Después de casi 4 meses trabajando medio tiempo, hoy me reincorporo a mi
chambita full time.
No, no lo voy a negar: tengo la sensación de que esto es algo inhumano y
que nadie debería merecer tener que trabajar tantas horas al día en algo que no
lo apasiona hasta decir basta, en algo que no lo hace vibrar, que no permite
que la adrenalina corra por su cuerpo ante la sola posibilidad de un caso
nuevo, un paciente nuevo, un proyecto nuevo. No, nadie debería tener que
trabajar días enteros en algo que no le brinde ese placer indescriptible que
leo en los ojos de mi hermana cuando me cuenta de su trabajo como ginecóloga en
la maternidad de Lima.
Sí, imagino que todos deben estarse riendo de que me queje de una jornada
laboral normal, esa que todos ustedes tienen, esa que seguro algunos disfrutan,
otros odian, y algunos simplemente aceptan con dignidad y resignación. El
problema es que yo me rehúso a aceptarla y ese es el punto de partida del
segundo tema: ¿por qué demonios no soy consecuente con lo que escribo y busco
un trabajo que genere en mi todo eso que describo líneas arriba?.
Bueno, no es tan sencillo. No es sencillo renunciar a la seguridad que te
brinda tener un empleo de sueldo fijo y no variable. Tampoco es sencillo decir
adiós a un jefe que te ha dado todas las facilidades posibles en el largo
proceso de preparación para obtener ese maldito título de abogado, con la
confianza de que volverás, titulada, a sacarte la mugre en ese puesto de
trabajo que te esperó. Y tampoco es sencillo empezar de cero a buscar eso, ese
algo que sabes debe existir, que tiene que existir, pero que no tienes claro
qué es, no sabes por dónde empezar a buscar ni tienes la certeza de que vas a
encontrar.
Sin embargo, hoy hay muchos proyectos en el aire, pululando libremente por
mi mente durante muchos minutos al día. Y hoy tengo el ejemplo cercano de una
persona que acaba de dejar su empleo, justamente, harto de invertir la mayor
parte de su día en algo que no lo hacía feliz, y decidido a llevar a cabo
diversos proyectos que estuvo posponiendo. Y eso me estimula, me empuja a
también a yo encontrar mi camino, ese que posiblemente no sea el más seguro,
pero que tengo la esperanza sí sea el que me haga feliz.
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