lunes, 10 de octubre de 2011

Ya no quiero trabajar por el dinero

El lunes pasado no fui a trabajar y no puedo negar que lo disfruté. Una infección no esperada me atacó y me mantuvo encerrada en casa las 24 horas del día. Me dediqué a ver algunos capítulos de How I met your mother (hasta que me estanqué porque ya no tenía los capítulos que continuaban), a cometer el error de utilizar mi elíptica ya que no podía ir al gimnasio (hoy mi doctor me dijo que tenía que descansar todo el día) y a leer mucho más de lo habitual. Me acosté temprano pensando en levantarme al día siguiente, completamente descansada, para reincorporarme en la oficina.

Pero el martes amanecí igual de mal que el día anterior. Y hoy ya no es tan divertido. Me siento inútil, aburrida. Sin embargo, en la mejor parte de mi día, me puse a leer un libro que mi novio me prestó. No de literatura esta vez, sino de pura educación financiera. De cómo aprender a dejar de trabajar por el dinero y hacer que el dinero trabaje para uno mismo.

Comencé a ojearlo algo incrédula, pues siempre he mantenido mi discurso de que las personas no debemos vivir para acumular grandes riquezas. Siempre he pensado que la gente que gana demasiado dinero, termina convirtiéndolo en el centro de su vida: vivir pensando en el dinero era algo que me generaba cierta repulsión. Por ello, hasta cierto punto, rechazaba siempre la idea de la riqueza excesiva, de los capitalistas modernos que viven acumulando sin mover un solo dedo, pues tienen demasiados empleados encargándose de absolutamente todo lo necesario para llenar sus bolsillos.

A medida que avanzaba sentí cómo se me iba volteando la tortilla. Cómo finalmente, era mi modo de pensar, el que generaba que las personas convirtieran el dinero en el centro de su existencia.

Justamente, la gente pobre y la clase media, es la que, desde la infancia, recibe la lección de que debe estudiar mucho, sacar buenas notas y solo así conseguirá un buen trabajo que le garantice ingresos suficientes para vivir. Y a medida que los ingresos aumentan, los gastos lo hacen en la misma proporción. El resultado es que nos pasamos la vida trabajando cada vez más arduamente, para pagar las cada vez mayores cuentas a fin de mes, siempre dependiendo del cheque que nos entrega nuestro empleador y siempre con temor a perder el empleo y con ello esos ingresos seguros y garantizados. Lo que Robert T. Kiyosaki llamó “La carrera de ratas” (http://virtualbeing.bligoo.com/content/view/331204/LA-CARRERA-DE-LAS-RATAS.html ). Es decir, corremos y corremos y nos esforzamos, pero nunca llegamos a acercarnos un poco más allá del límite de cubrir nuestros gastos mensuales. Ni un ápice de acercarnos a nuestros verdaderos sueños.

Contra esto, el libro me planteaba dejar de trabajar por el dinero, y buscar que el dinero trabaje para mí. Dejar de alinear mis ingresos con mis egresos, dejar de adquirir obligaciones. Dedicarme a adquirir activos, es decir, aquellos que van a llenar mis bolsillos de dinero. Solo a través de las inversiones, es que podría obtener la libertad financiera para poder liberarme de lo que implica vivir cada día pensando en ir a trabajar para poder ganar suficiente dinero para vivir bien. Sólo cuando el flujo de dinero de mis inversiones sea suficiente para cubrir todos mis gastos, alcanzaría tal libertad. Ahí podría elegir trabajar (por amor a mi carrera) o dejar de hacerlo. Elegir dedicarme a lo que amo, en mi caso escribir. Elegir viajar por el mundo y aprender de cada cultura lo que se me diera la gana. Simplemente, elegir. Elegir sin que la obtención de dinero sea mi meta, pues ese flujo vendría a mí solo, sin necesidad de mi presencia física, sin necesidad de un arduo trabajo cada vez mayor, en algo que, quizás, no me interese demasiado.

Esa libertad para hacer lo que amo y solo eso, es la que ahora quiero. No se trata de que quiera dejar de trabajar, en absoluto. Pero quiero que mis decisiones de trabajo, estén determinadas únicamente por la obtención de mis metas personales, por los sueños que hoy tengo o que algún día tendré. No quiero trabajar solo porque necesito conseguir dinero. Quiero poder arriesgarme a cambiar, a volver a empezar, a hacer algo diferente a lo convencional, sin miedo a  no poder pagar las cuentas a fin de mes.


Recién he llegado al segundo capítulo del libro, y obviamente aquí he simplificado todo aún más (dicho sea de paso, en el libro está escrito de la forma más simple, para ser entendido por todos). Pero espero con ansías continuar, luego de terminar de digerir todo lo que se ha metido en mi cabeza hasta ahora. Romper los propios paradigmas no es sencillo. Ahorita tengo toda la emoción del momento, pero mañana no lo sé. Por eso lo escribo, por eso se los cuento. Para no olvidar lo que estoy aprendiendo, lo que definitivamente quiero seguir aprendiendo.

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