domingo, 15 de abril de 2012

Nadie es responsable de nuestra infelicidad

Hombre: Y si lo volvemos a intentar?
Mujer: No. Si yo no quiero volver contigo, no es por lo último que ha pasado. Es por 30 años de infelicidad a tu lado.

Yo me pregunto, ¿es realmente la culpa de hombre los 30 años de infelicidad de mujer?.

No rotundo. Nadie debería ser responsable de la infelicidad de otra persona, al menos no de 30 años de infelicidad.

Pienso: yo podría ser infeliz porque mi pareja me dañó de alguna forma: desde la clásica sacada de vuelta, hasta temas diversos como mentiras, maltratos, ofensas. Pero esa infelicidad duraría el tiempo que yo lo permita. Podría llorar noches enteras hasta olvidarlo y poner punto final a ese dolor para siempre. O podría perdonarlo pero sabiendo – sin ninguna duda, aunque trate de negarlo – que la historia se repetirá de una u otra forma.

Ahora, yo creo en las segundas oportunidades, dependiendo de distintas circunstancias, claro. Pero segundas oportunidades no son terceras, cuartas, quintas ni infinitas. Simplemente porque los seres humanos tenemos, o deberíamos tener, la capacidad de aprender. Y aprender implica, precisamente, no repetir el mismo pastel infinitas meses.
Recordemos cuantas veces nos hemos llegado a burlar de esas mujeres estúpidas – de la farándula o de fuera de ella – que aparecen en la televisión lloriqueando, quejándose de los golpes de su pareja que, casi siempre, se han repetido ya en varias ocasiones. La primera vez, son víctimas, por supuesto. A partir de la segunda, ya no lo son más.

Claro que podría haber casos muy particulares. Mujeres que, teniendo niños pequeños, no tienen más familia ni medios económicos para sobrevivir, y debido a ello deciden sacrificarse y tolerar lo intolerable. Pero esa no puede ser la regla, y nadie puede soportar ningún tipo de daño en nombre de un amor, que si daña, definitivamente no es tal.

Así que no creo ni siquiera que sea debatible que, si una mujer permanece casada 30 años con un hombre, siendo una mujer económicamente independiente, educada, que siempre se ha valido de sí misma para todo, y luego de ese tiempo es capaz de decir que ese hombre solo le dio infelicidad, quien tiene el problema más grave es definitivamente ella.

Ella que permaneció fiel a ese sufrimiento. Ella que calló y no fue capaz de poner límites a tiempo. Ella que eligió la seguridad de un matrimonio largo y desdichado, sobre el dolor momentáneo de una ruptura y el miedo inminente a la soledad.

Puede justificar de mil maneras su elección. Puede quejarse y culparlo a él cuantas veces quiera, tratando de convencerse a sí misma de que no tenía otra opción. Pero la tenía y no la tomó. Ella eligió. Ella eligió y esas son las 2 palabras que le ponen el parche a todo intento de justificación.

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